Clara Rodríguez-Spiteri Enrich es Ingeniero Superior Agrónomo por la Universidad Politécnica de Madrid.

Especialista en Fitotecnia, domina la botánica y es experta en el diseño de sistemas de riegos, identificación y control de enfermedades y plagas, además del desarrollo de explotaciones tanto de cultivos herbáceos como leñosos.
Su afán por ampliar conocimientos le ha llevado a obtener el título de Master en Enología y Viticultura. Dando continuidad a su trayectoria, el proyecto fin de Master vuelve a centrarse en el cultivo y evolución de las plantas. La colocación de estas con respecto al sol, su crecimiento más óptimo dependiendo de la variedad y el ecosistema que las rodea.
Tras una larga experiencia adquirida por tradición familiar, consolida definitivamente su identidad como paisajista a través de sus estudios de Jardinería y Paisajismo en la Escuela Castillo de Batres.
Domina el inglés y el alemán.
¿Qué tiene en cuenta en el momento de “enfrentarse” con el folio en blanco?
A la hora de diseñar un jardín hemos de tener en cuenta infinidad de factores. Por un lado el sentido y fin del mismo. El uso que le vamos a dar. Si pretendemos que sirva para pasear, si queremos resaltar un edificio, darle continuidad al campo circundante o si finalmente queremos que sea una bella postal a través del marco de nuestra ventana.
Las posibilidades son infinitas, tanto como las localizaciones y las dimensiones de los posibles jardines.
¿Es por tanto el diseño de un jardín pequeño distinto al de uno de amplias dimensiones?
Definitivamente, sí. Hemos de analizar si queremos figurar amplitud o crear un tesoro en un frasco pequeño. Concentrar la visión en un centro predominante o hacer que la visión fluya hacia el horizonte.
¿Qué es el paisajismo?
Para mi es dar forma a la belleza natural.
Es interesante conocer el significado de los jardines de culturas ancestrales. Inicialmente eran imitaciones del campo, del primer paraíso. Es decir, el Edén o la Madre Naturaleza. Posteriormente se crearon verdaderas joyas, muchas de ellas cargadas de simbología espiritual y religiosa.
Los cuatro ríos de Mesopotamia, el significado de las figuras geométricas, la numerología o la presencia de objetos naturales solitarios son factores esenciales de estos tesoros. Muchos de los jardines históricos que sobreviven, son verdaderas catedrales naturales, sendas de la explicación del sentido de la vida.
Yo he nacido en la India, en Nueva Delhi. Ahí, la influencia del cercano oriente hace que predomine una aparente naturaleza libre guiada por la geometría, es decir, por el control de la civilización y la ciencia. Frutales olorosos se alternan con árboles de gran envergadura mientras el agua, sinónimo de vida, fluye a través de canales minimalistas para resaltar su belleza propia.
Parece muy complicado trasladar toda esta información a nuestra actualidad.
En absoluto. No olvidemos que el ser humano necesita a la naturaleza como tal. Vivimos del oxígeno que liberan las plantas con su fotosíntesis, del agua que purifican los microorganismos en los ríos. Aunque muchos de nosotros seamos urbanitas, dependemos de los campos que nos rodean.
Con ello quiero decir, que un jardín, por muy pequeño que sea, nos devuelve a la esencia de nosotros mismos.
Nos aporta tranquilidad, alegría y ensoñación.
Por eso entiendo, que en el pasado se les diera un significado religioso. Un uso para la meditación.
¿Qué hace un ingeniero en un mundo tan “emocional”?
Una mente técnica es fundamental. Los jardines de los que hemos hablado han sido diseñados por los mejores científicos y eruditos de su tiempo. Incluso ingenieros hidráulicos.
Hay que saber leer el clima, las orientaciones, temperaturas y pluviometría anuales. Las características del suelo que limitan en gran medida las plantas a seleccionar. Los vientos, posibles plagas.
Por otro lado, hay que ser un gran botánico. Cada planta evoluciona de una manera determinada, crece a velocidades distintas. Algunas son incompatibles con otras.
No me encaja cuando veo olivos en medio de praderas de verde hierba. El olivo y la encina, no son originariamente árboles de riego.
La técnica es fundamental para el diseño correcto de un jardín o paisaje.
Correcto. Y a esa técnica hay que añadirle el sentido del buen gusto y de la proporcionalidad.
Complejo compendio de cualidades, puesto que el buen gusto también se educa. No surge de manera espontánea. Es algo del que se empapa uno a lo largo de toda una vida.
Yo en ese sentido, encuentro que soy una afortunada ya que vengo de un entorno familiar de estetas.
Intelectuales austeros de la elegancia.
¿Por qué cree que los clientes recurren a Usted?
Principalmente porque el cliente y yo somos un equipo.
El cliente se involucra en el proyecto todo lo que desee o le permita su ajetreada agenda. Tenga en cuenta que hay personas que quieren participar al máximo en la construcción de su jardín, otras a las que les gustaría y carecen del tiempo necesario.
Muchos profesionales expertos en sus materias no tienen por qué entender de plantas. Lo que a mí me parece obvio, después de tantos años de experiencia, puede ser un mundo totalmente desconocido para otros. Por ejemplo, me encanta la música pero no se leer una partitura.
Zapatero a tus zapatos…
Exacto. No todos podemos saber de todo.
Además, cuento con el apoyo y colaboración de excelentes profesionales con los que he ido coincidiendo a lo largo de mi carrera. Arquitectos, Ingenieros, Medioambientalistas, Técnicos en Jardinería.
Creo firmemente en el trabajo en equipo, en la cordialidad y en la colaboración.
¿Cuál podría ser su lema?
Como consultora internacional que he sido, hay una frase muy utilizada.
¿Y esta es?
Siempre la satisfacción final del cliente.