Los Jardines de Cap Roig

Algunas veces veo la utilización en exceso de distintas plantas en los jardines. La tendencia a plantarlo todo, lo que se da bien, intentar tener flores todo el año, que las plantas aromáticas estén presentes, inicialmente parece una buena idea. Entre otras cosas, porque a los que nos gustan las plantas, me incluyo en este grupo, se nos hace casi imposible contenernos a la hora de adquirir una nueva.
Sin embrago, la estética va reñida con la acumulación. Tenedlo siempre en cuanta.
Un ejemplo:
¿Creéis realmente, que si poseemos un Monet, un Dalí y un Klee y los colgamos todos juntos en la misma pared, con las fotos familiares y un cuadro pintado por nuestro más mejor amigo, al que queremos mucho, pero cuyas dotes pictóricas son escasas, y añadimos los dibujos hechos por los niños el día de la madre, … que estamos creando un entorno armónico, elegante, alegre o sencillamente bonito?
No por tener obras de arte de incalculable valor, vamos a tener una casa bonita. Y lo mismo pasa, con los jardines versus terrazas.
Por eso os invito a que paseéis conmigo por los únicos y espléndidos caminos del parque Roig. Una joya del jardín mediterráneo por excelencia.
Para empezar os hago un breve resumen de la historia de este lugar.
En 1927 el coronel ruso Nicolai Woevodsky y la aristócrata inglesa Dorothy Webser, ambos amantes del arte, adquirieron una finca de 17 ha de superficie en el Baix Empurdà, es decir, la Costa Brava en Girona. Querían vivir ahí y construir su sueño.
Veréis que esta finca- jardín es un museo de más de 1.000 especies botánicas. Sin embrago, esta variedad vegetal está inteligentemente distribuida a lo largo de las 17 ha. No hacen mezclas, las plantas van por grupos de necesidades hídricas, de iluminación. Mantienen una coherencia, que es la que nosotros debemos mantener, a nuestra escala, en nuestros paraísos personales.
Hemos de “concentrarnos” en los jardines históricos que visitemos, para “aconsejar” a nuestro sentido de la estética y el equilibrio.
¡Comencemos, que se nos hace tarde! ;-)
Mirad la entrada. Qué sobria y qué fantástica al mismo tiempo. Una única glicinia y no como la solemos ver, en trepadora, ¡sino formando un árbol! Lo espectacular de este ejemplar hace que no necesitemos más.
Con una obra de arte, es suficiente. Botánicamente, recordaos que es una trepadora de sol, se da perfectamente en la península, no tiene plagas, es polinizadora y los racimos lila llaman siempre la atención en primavera.
Lo primero que nos encontramos en el recorrido es una colección de palmeras y palmáceas.
Fijaos, sólo con palmeras y plantas vivaces perennes como los penisetum o las stipas, el ajardinamiento que conseguimos. La textura de verdes que dan volumen al espacio.
Descendiendo hacia el mar, paseamos por unos caminos definidos por escalones de madera, el bosque de pinos y arbustos como el Pittosporum tobira o el Tamarix gallica. Hay alguna Hedera hélix como tapizante que ayuda a contener los terraplenes.
No hay más. Y sin embrago, ¡qué completo! Podríamos estarnos horas, deambulando entre las sombras, dejando pasar el tiempo.
Comentario botánico: Cero riego, cero mantenimiento, alguna que otra poda de formación o mantenimiento.
Al borde del mar, sobre unos escarpados acantilados de rocas rosada, crearon un jardín de cactus a distintas alturas. Los espacios están separados por muros de piedra, con ventanas que dejan jugar con la imaginación, caminos enrevesados, bancos estratégicamente colocados. Hay verdaderas alfombras con una única especie, o mezclas de dos, tres cactáceas.
Increíble que con plantas tan “geométricas” consiguieran un horizonte tan suave. ¿Veis lo que consigue la armonía?
De vuelta hacia el castillo que se construyeron el coronel y la aristócrata, a modo de casa, subimos por unas terrazas llenas de arbustos mediterráneos de flor como el Plumbago y la Bougainvillea.
Aquí pretendieron hacer una transición con plantas de jardín asalvestradas para llegar a la parte más formal y aledaña a la vivienda. Es importante, crear espacios de transición, para darle coherencia a un proyecto. No lo olvidéis.
Incluso en la zona más formal de la finca, dónde el jardinero más interviene y donde se pretende generar la sensación de oasis, sigue primando la falta de excesos. Y con ello, sigue consiguiéndose el efecto de exuberancia. Los suelos ya no son de tierra, están empedrados, hay fuentes y estanques. Láminas de agua sin excesiva decoración, plantas de flor, como la Olea europeae que crea volúmenes de un rojo vistoso. No pueden faltar los olivos y siguen creando fantasías con túneles abovedados enmarcados en buganvilias.
¡Hasta aquí hemos llegado! Os despido en compañía de una preciosa escultura de la artista Rosa Sierra, “Femme au jardín” 2009.
Un pensamiento en la naturaleza, …
Nunca olvidéis que el jardín es arte y el arte está en el jardín.
CONCLUSIONES
Hay que dar una estructura a los espacios, sean pequeños o grandes y a partir de ahí, buscar una coherencia con la vegetación y su entorno. Evitar las excesivas mezclas.
No os dejéis vender todas las plantas del mercado. ;-)
Hasta pronto