Recomendaciones de Otoño

TRASPLANTE DE ÁRBOL DE SEMILLA
Normalmente, los trasplantes se suelen efectuar en primavera, para que la planta disponga de toda la acumulación de nutrientes del invierno. Pero siempre hay casos excepcionales.
Pongamos, que se nos ha muerto un arbusto por un golpe de calor en el período estival. Pongamos además, que ya disponemos de un sistema de riego instalado en ese preciso lugar. El goteo no es el más apto para un árbol, pero podemos añadir a la boca del gotero un cilindro que llegue hasta medio metro de profundidad, si queremos asegurar el desarrollo de las raíces hacia abajo.
Además, hace algunos años decidimos recoger una semilla de Roble rojo americano, Quercus rubra y guardarla en un tarro de mermelada con tierra seca durante el invierno. Al llegar la siguiente primavera, plantamos la semilla a poca profundidad en un tiesto y a los 5 años, el pobre joven árbol ya no cabe más en su primera morada. ¡Necesita ser trasplantado ya!, pero no teníamos el sitio adecuado hasta que el arbusto fenecido se lo traspasó.
IMPORTANTE, antes de que empiecen las heladas, cuando el clima todavía es benigno, los arbustos y árboles permiten el trasplante. Puede que hasta sea lo mejor, ya que la raíz estará más protegida del frío bajo tierra, que en un tiesto.
Lo primero es cavar con pala, pico y es muy útil una estaca afilada para irla clavando en el fondo ayudado de un martillo. Así, ablandamos la tierra. Sin duda, es lo más agotador. No olvidéis que tendremos que ir cortando y quitando las raíces muertas del arbusto seco.
Una vez hecho el agujero, cuya medida tomamos con la ayuda de un palito que mida lo mismo que el tiesto, acercamos la planta con la caretilla, para no deslomarnos, y sacamos la planta de su recinto. Para despegar el cepellón, con la pala daremos golpes alrededor del tiesto.
Cuando el cepellón esté dentro del agujero, soltamos con los dedos las raíces apelmazadas por los cinco años de cautiverio. Además, con la tierra excavada, nivelamos el tronco del futuro árbol, para que crezca recto sin dificultad. En el tiesto se había quedado algo torcido.
Rellenamos el agujero con tierra. TRUCO. Si tenemos la suerte de estar en el campo o de tener topos en el jardín que nos suelen estropear la pradera, hagamos de la faena una virtud y aprovechemos dichas excavaciones. Apropiémonos de esta estupenda tierra suelta y de calidad.
Finalmente apelmazamos la tierra para que las raíces no se queden sueltas y hacemos el imprescindible riego de plantación.
Al día siguiente revisamos cual es el estado del futuro gran roble. Vemos que las hojas están turgentes. Es decir, no ha sufrido con el trasplante y nos podemos quedar tranquilos y satisfechos. Esperaremos unos cuatro días para volver a llenar el alcorque de agua.